Cocinera de tradición y maestra por vocación, la conjunción de estas dos facetas, junto con algunas otras experiencias, me ha convertido en una exploradora de la vida, las personas, la educación, las culturas y las relaciones personales y culinarias.

Desde muy pequeña, he transitado entre cocinas, hornos y fogones. ¡Es lo que ocurre cuando se es hija, nieta y bisnieta de cocineros y panaderos! Ellos me inculcaron el amor por el cuidado y el respeto a la Tierra, la misma Tierra que nos provee de todos y cada uno de los alimentos con los que cocinamos y nos nutrimos.

El amor y el cuidado por las personas que nos rodean son parte de un todo que hace posible que nuestros deseos se conviertan en realidad. Me enseñaron el valor de las personas, la importancia de la vida en compañía y las conversaciones familiares y sociales, todo a través de un elemento tan simple y esencial para nosotros como es la comida.

Nadie me obligó a seguir este camino, pero ¿alguna vez han sentido que el mundo los invita a mejorar, ayudar y contribuir al bien común? ¡Así empezó esta rueda de la que no quiero bajarme!